El mar está lleno de… "sólo gotas de agua"
Quienes siguen mis artículos, saben que uno de mis axiomas o palancas en las que me he ido agarrado a lo largo de mi vida, lo sinteticé con la siguiente frase… "El inmenso mar, está lleno sólo de… minúsculas gotas de agua; pon la tuya". Ayer mismo recibí de un amigo que vive en América del centro, el siguiente texto, que confirma una realidad y el cómo… "unas gotas de agua positiva se convirtieron en un diluvio benéfico en un momento de tristeza, tragedia y penurias"; por ello lo divulgo hoy que es domingo y dicen que "día de descanso"… pero… ¿la mente o el verdadero ser que mueve al ser humano puede descansar? Yo estimo que ni durmiendo lo hace. Vean y lean y ya me dirán.
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Hay gente con imaginación e iniciativa que sabe elevar la moral en
tiempos difíciles.
CUANDO BERLIN FUE BOMBARDEADA CON CARAMELOS
En el mes de junio de 1948 Stalin ordenó a sus tropas bloquear todos los
accesos por tierra y fluviales a Berlín Occidental, que contaba por entonces
con más de dos millones de habitantes, a los que cortarían radicalmente el
suministro de alimentos, combustible y otros bienes.
La idea de Stalin era que, ante la falta de suministros, pronto se
rendirían y aceptarían registrarse en la administración de racionamiento de
Berlín Oriental, consintiendo así, tácitamente, formar parte de la zona
comunista de Alemania.
Los aliados occidentales idearon entonces un arriesgado plan: abastecer
la ciudad por vía aérea, a razón de unas cuatro mil toneladas de suministros
al día, algo que, en principio se presentaba como imposible.
Pero, al cabo de unos meses, Berlín recibía una media de novecientos
vuelos cada día (llegando a alcanzar 1.400 vuelos diarios), que la
abastecían con más de nueve mil toneladas diarias de bienes. Muchos de esos
vuelos aterrizaban en el aeropuerto Tempelhof, en el sector norteamericano
de Berlín.
Precisamente en las pistas de aquel aeropuerto se encontraba un día de
julio de 1948 el piloto norteamericano Gail Halvorsen, tras uno de estos
vuelos del puente aéreo. Al final de la pista, al otro lado de la alambrada,
unos niños miraban los aviones que aterrizaban con los suministros. Gail se
acercó a la alambrada y sacó dos chicles, los partió por la mitad y pasó los
cuatro trozos a través del alambre de púas.No hubo pelea. Los niños que
recibieron los trozos se lo pasaron a los demás, y éstos a otros, y a
otros... tan solo para olerlos.
Gail quedó impresionado y prometió a los niños que al día siguiente
volvería y lanzaría desde su avión chicles suficientes para todos. Uno de
ellos, haciéndose entender en ingles como pudo, preguntó: "Y con tantos
aviones volando, ¿cómo sabremos cuál es el tuyo?"- "Moveré las alas"
Contestó el piloto.
Dicho y hecho. Regresó a su base, compró en la cafetería un puñado de
chicles y caramelos, y pasó toda la noche atando pequeños paquetes a tres
paracaídas que hizo con tres pañuelos. Al día siguiente Gail sobrevoló aquel
lugar, balanceó las alas de su avión y su copiloto lanzó los tres paracaídas
caseros con las golosinas, que fueron recogidas por aquellos niños.
Durante tres semanas el avión de Gail repitió los lanzamientos. Tres
pañuelos cada día... y cada vez había más niños esperando. El piloto quería
mantener el proyecto en secreto porque "era algo que se supone no se debe
hacer", pero un día el General William Tunner le llamó a su despacho y le
enseñó un periódico berlinés con un extenso artículo sobre el lanzamiento de
caramelos, donde aparecía una fotografía de su avión.
El General felicitó a Gail y aprobó la continuación del proyecto.Se
corrió la voz por todo EEUU, y Gail comenzó a recibir cajas y cajas de
caramelos, chicles y dulces, muchos de ellos ya preparados con los
paracaídas de pañuelos.
La Asociación Estadounidense de Pasteleros también donó toneladas de
caramelos para la causa. Gail Halvorsen no podía ni imaginar que lo que
comenzó con un puñado de golosinas y unos pañuelos suyos y de su
tripulación, desembocaría en una espectacular operación que se denominó
Operación "Little Vittles", y en la que, al final del bloqueo, alrededor de
25 aviones llegaron a lanzar 23 toneladas de chocolate, chicles y caramelos
en diversos lugares de Berlín Oeste.
Gail Halvorsen consiguió elevar la moral de aquellos niños durante ese
tiempo de incertidumbre y privaciones. Como un joven berlinés le dijo más
tarde: "No era sólo chocolate. También era esperanza"
El bloqueo de Berlín concluyó el 30 de septiembre de 1949, al comprender
las autoridades soviéticas que ni los ciudadanos de Berlín, ni las potencias
occidentales, tenían intención de rendirse.
Maravillosa historia, que nos demuestra que en cualquier circunstancia
podemos encontrar gente realmente especial, no crees?
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Sí… "El mar está lleno de minúsculas gotas de agua… que no apreciamos a simple vista"… pon la tuya, como hizo este aviador y que con ello, pasó a la historia de la humanidad.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)
Jaén: 24 de Febrero del 2013
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