LOS MUERTOS, MUERTOS ESTÁN
En mi niñez y en mi juventud, ya empecé a analizar "el asunto de los muertos aquí en mi patria". La "fiesta" que era cada año el día uno y dos de noviembre, cuando los denominados "campos santos", se llenaban de multitud de "dolientes" y se promovía un negocio enorme, de venta de "cosas" que ya deducí entonces no servían para nada a lo que allí quedaba de aquellos muertos; cuyos restos óseos, cuando pasaba un tiempo y los deudos no pagaban al ayuntamiento el canon oportuno, se ordenaba el desenterramiento de los restos del que fuese y sus huesos, eran amontonados en un depósito general denominado "osario" y el que daba miedo verlo, cosa que yo recuerdo desde niño y en el pueblo de mis mayores.
A medida que fui madurando, me preguntaba y deducía muchas cosas y no entendía ese culto absurdo a quienes ya nada necesitan pero las pirámides y túmulos funerarios de los "grandes sátrapas" de la antigüedad, calaron en las masas de casi todo el mundo y se llegó a esa difusión del culto a la muerte. Culto que explotaron muy bien las religiones y todo el inmenso negocio que sigue alrededor de la muerte donde algunos hasta pagan durante muchas décadas "un seguro", que les garantice un féretro y anexos y que suele culminar con el "postrer viaje", en un lujosísimo vehículo, que en vida seguro que la mayoría de muertos, no disfrutó, en su vida.
El mejor negocio laico, es la funeraria ¿conocen alguna que cerrara por quiebra o falta de clientes? Pensaba y pienso, que igualmente; la enorme cantidad de "obra muerta" que hay en los cementerios, es un derroche inútil faltando tanta vivienda a los vivos que aquí quedan, amén de múltiples edificios para servicios públicos no hablemos de la cantidad de hectáreas de buenas tierras que ocupan "los campos santos"; que además y aún clausurados, creo recordar que "se congelan" durante los siguientes cincuenta años. ¿No es realmente absurdo todo ello?
Por todo ello celebré el momento en que en España se hizo legal la incineración; y que debiera serlo, hasta para poder ser cremado el cadáver, en unas parihuelas modestas y con la mortaja o último traje que lleva "al otro mundo"; ¿por qué quemar valiosas maderas? por descontado que desde entonces dispuse el ser cremado.
No creo en absoluto en ese culto a los muertos "las flores que me tengan que entregar, que me las den mientras estoy vivo, lo agradeceré mucho más". Pero es más. Los dos seres que yo más he querido en este mundo, fueron a mi madre y a mi abuela materna las dos murieron y fueron depositadas donde era costumbre entonces (1973-1977) como es lógico fui presidiendo los entierros pero una vez dejados allí ya nunca más he vuelto, ni volveré sin embargo su hermoso y gran recuerdo, va siempre con migo; y mis oraciones se las dedico en soledad y cuando mi alma lo requiere el recuerdo físico, lo tengo siempre en mi despacho, ante mí en dos cuadros que me acompañan y acompañarán mientras viva.
Escribo todo esto un poco antes del día
"de todos los muertos", mientras leo en prensa unos titulares que me hacen sonreír amargamente, puesto que afirman lo que sigue y en grandes titulares. "El 90% de los desparecidos en
Tras leer ello, me acuerdo de un alto magistrado comprovinciano mío ("desenterrador de muertos en cantidades enormes")
y me imagino, luego de desenterrados; los huesos esparcidos, tratando de completar esqueletos completos, para entregar a esos "dolientes descendientes", algo que les satisfaga plenamente y que dejo a que cualquier inteligente deduzca
pues son cuasi imposible de identificar y completar, por lo que todo resulta (quiérase o no) un inmenso trabajo inútil, que infinidad de "vivitos y coleando", están necesitando mucho más que esos pobres muertos
cuyo máximo honor y honra, es que no los olvidemos mientras vivamos y que procuremos no vuelva ocurrir cosa análoga
no se puede hacer otra cosa más
"salvo lo que hagan los canallas que no buscan otra cosa o motivo, que el seguir viviendo de aquellos pobres muertos"
amén.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.org (allí más)
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