Como quiera que estamos inmersos en una sociedad opulenta, hastiada de todo y por tanto ansiosa de novedades y nuevos placeres; donde destacan los culinarios; he querido en estas navidades (que es cuando esto escribo) dedicar este artículo, a los modestos; a los enormemente valiosos y necesarios establecimientos de comidas, que manteniendo esa ancestral sabiduría hispana, mantienen “sus casas de comidas”, sus pequeños o no tan pequeños, modestos o no tan modestos restaurantes, en los que sirven cada día… “en larga tradición que se pierde en la noche de los tiempos”… millones y millones de comidas; sanas y nutritivas comidas, que hoy no se les suele dar gran importancia, pero que son el fruto de vete a saber cuantos siglos de experiencias en las que no faltaron las privaciones y el gran ingenio para comer bien, barato, sano y bueno.
Mientras escribo me viene a la mente una figura ya desaparecida de mi ciudad… Brígido, el que solo y con ayuda de su vieja tía y poco más; servía o daba (algunos no podían pagarle y sin embargo les daba de comer) docenas o cientos de comidas diarias; a precios tan asequibles, que todo el mundo podía comer y comer bien, en aquella famosa “Casa Brígido”, que a la salida del mercado central de Jaén, fue una institución humana durante muchas décadas… “seguro que hoy el buenísimo de Brígido, es servido en buena mesa por los ángeles del cielo”… de los que nos habla el Cristianismo.
No se ha perdido esa tradición en mi Jaén natal… puesto que observador que soy; veo anunciados menús “completos”, en establecimientos “decentemente atendidos” y que van desde los cinco a los diez euros… y algunos, hasta te los llevan a domicilio; puesto que estos “excelentes modestos”… piensan hasta en esos viejos y viejas, ancianos que apenas si salen de casa; en llevarles comida caliente y a un precio que cualquiera puede costearlo; procurando incluso ofrecer una variedad de menús, para complacer dentro de lo que se puede, a esas modestas economías.
Por todo ello, he querido dedicar este espacio a esos insustituibles modestos… a esos que con inimaginados esfuerzos e imaginación (hay que conocer la hostelería y el gremio de la restauración, para saber el ímprobo esfuerzo que supone “dar de comer”) saben ocupar un espacio social enormemente necesario e importante; puesto que desaparecida o en franca decadencia la familia y “su calor de hogar”… éstos “modestos” suplen en algo importante, lo que la desarraigada familia (y los egoísmos actuales) no sabe o quiere asumir… esa es la gran importancia de los “modestos” y perdóneseme la reiteración… lean por favor, en vez de “modestos”… grandes servidores de la sociedad.
Por el contrario “todas las propagandas”, culinarias; hoy van dedicadas a los grandes, a los sumamente “importantes” (algunos endiosados) innovadores de… “chuminadas”, que han logrado situar y vender, cuasi como si de gemas extrañas se trataran… esos que dicen dar de comer y que de allí sales cuasi muerto de hambre… esos que inventan presentaciones y sabores tan exóticos, que no saben a nada… se sitúan tan altos que a mi parecer, ya están en el espacio… sin atmósfera y por tanto sin oxígeno… más claro, están en un irreal mundo del que antes o después caerán.
Y caerán (los que no hayan caído ya) en la vieja y siempre nueva cocina ancestral, sabrosa, exquisita y española… llena de sabores y olores de la infinita sabiduría culinaria hispana y de la que sólo se sabe valorar, cuando uno sale al extranjero y empieza a sufrir las comidas de allende los Pirineos… donde vivir y comer se vive y se come… pero como en España… ¡ni hablar!. Incluso millones y millones de turistas lo reconocen… que sí que el Sol de España es magnífico… ¡Pero ah la comida y la bebida en España!... y además y como son mucho más prácticos que nosotros… comen y beben bien, costeándolo muchísimo mejor que en sus propios países de origen… ese fue el milagro económico de España, que no fue el de Franco… pero reconociendo que colaboró para ello con una buena administración y control de toda aquella mina de platino, que aún genera los mayores ingresos de dinero internacional que vienen a España. “Al César lo que es del César”.
Mientras escribo me viene a la mente una figura ya desaparecida de mi ciudad… Brígido, el que solo y con ayuda de su vieja tía y poco más; servía o daba (algunos no podían pagarle y sin embargo les daba de comer) docenas o cientos de comidas diarias; a precios tan asequibles, que todo el mundo podía comer y comer bien, en aquella famosa “Casa Brígido”, que a la salida del mercado central de Jaén, fue una institución humana durante muchas décadas… “seguro que hoy el buenísimo de Brígido, es servido en buena mesa por los ángeles del cielo”… de los que nos habla el Cristianismo.
No se ha perdido esa tradición en mi Jaén natal… puesto que observador que soy; veo anunciados menús “completos”, en establecimientos “decentemente atendidos” y que van desde los cinco a los diez euros… y algunos, hasta te los llevan a domicilio; puesto que estos “excelentes modestos”… piensan hasta en esos viejos y viejas, ancianos que apenas si salen de casa; en llevarles comida caliente y a un precio que cualquiera puede costearlo; procurando incluso ofrecer una variedad de menús, para complacer dentro de lo que se puede, a esas modestas economías.
Por todo ello, he querido dedicar este espacio a esos insustituibles modestos… a esos que con inimaginados esfuerzos e imaginación (hay que conocer la hostelería y el gremio de la restauración, para saber el ímprobo esfuerzo que supone “dar de comer”) saben ocupar un espacio social enormemente necesario e importante; puesto que desaparecida o en franca decadencia la familia y “su calor de hogar”… éstos “modestos” suplen en algo importante, lo que la desarraigada familia (y los egoísmos actuales) no sabe o quiere asumir… esa es la gran importancia de los “modestos” y perdóneseme la reiteración… lean por favor, en vez de “modestos”… grandes servidores de la sociedad.
Por el contrario “todas las propagandas”, culinarias; hoy van dedicadas a los grandes, a los sumamente “importantes” (algunos endiosados) innovadores de… “chuminadas”, que han logrado situar y vender, cuasi como si de gemas extrañas se trataran… esos que dicen dar de comer y que de allí sales cuasi muerto de hambre… esos que inventan presentaciones y sabores tan exóticos, que no saben a nada… se sitúan tan altos que a mi parecer, ya están en el espacio… sin atmósfera y por tanto sin oxígeno… más claro, están en un irreal mundo del que antes o después caerán.
Y caerán (los que no hayan caído ya) en la vieja y siempre nueva cocina ancestral, sabrosa, exquisita y española… llena de sabores y olores de la infinita sabiduría culinaria hispana y de la que sólo se sabe valorar, cuando uno sale al extranjero y empieza a sufrir las comidas de allende los Pirineos… donde vivir y comer se vive y se come… pero como en España… ¡ni hablar!. Incluso millones y millones de turistas lo reconocen… que sí que el Sol de España es magnífico… ¡Pero ah la comida y la bebida en España!... y además y como son mucho más prácticos que nosotros… comen y beben bien, costeándolo muchísimo mejor que en sus propios países de origen… ese fue el milagro económico de España, que no fue el de Franco… pero reconociendo que colaboró para ello con una buena administración y control de toda aquella mina de platino, que aún genera los mayores ingresos de dinero internacional que vienen a España. “Al César lo que es del César”.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.org (allí más)
(Escritor y filósofo)
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