Confesiones de un emperador
Considero es un caso único en la Historia; un emperador romano, en la época de la mayor expansión de aquel imperio, que duró "dos milenios" y el que por sus obras públicas, su organización política, también por los excesos tiránicos, se sigue estudiando por cuanto logró realizar, mantener y luego perder, por la molicie y un exceso masivo de "parásitos"(1) pegados al contribuyente; todo ello ocupa un lugar en la civilización occidental y mundial, único; y por cuanto hombres muy destacados, consiguieron todo lo que fue ese gran imperio, del que "nos viene nuestro riquísimo idioma Español"; y entre esos hombres, destaca enormemente, uno, que se llamó, "Marco Aurelio"; el que estando en campaña militar en un extremo del imperio, escribe rememorando a las muchas personas a las que agradece su formación; y llega a hablar de su padre y lo que aprendió de él…
"De mi padre: la mansedumbre, pero también la firmeza inquebrantable en sus decisiones, una vez adoptadas tras madura reflexión; la indiferencia a esa vanagloria, compañera engañosa de los no menos engañosos honores; el amor y la perseverancia en el trabajo; la atención con que escuchaba a cuantos eran capaces de hacer algo útil al bien público; el otorgar franca e inflexiblemente a cada uno lo que le era debido por sus méritos; la habilidad en el conocer cuándo era preciso sostener un esfuerzo y cuándo detenerse; el haber renunciado a los amores de los adolescentes; la sociabilidad; el dejar en mayor libertad a sus amigos, no exigiéndoles que se sentasen en contra de su voluntad a su mesa, ni que por obligación le acompañasen en sus viajes; por el contrario, éstos siempre le encontraban el mismo cuando obligados por la necesidad, habían tenido que separarse de él el tiempo que fuese; aquel cuidado que tomaba siempre en examinar por sí mismo los asuntos que tenía en Lanuvio (ciudad del Lacio a unas 20 millas de Roma); entre ellos al recaudador de tributos de Túsculo, que solía pedírselo; y siempre obraba igual. Jamás se le vio airado, violento, ni enfadado; jamás se empeñaba en trabajos sin calcular; al contrario, sus planes y propósitos estaban siempre tan bien pensados, tan sensata y acertadamente ordenados y dispuestos, tan perfectamente dirigidos, que parecían más placer que obligaciones. Hubiera podido decirse de él, como de Sócrates, que sabía igualmente privarse del gozo de esos bienes cuya falta hace a la mayor parte de los hombres caer en tristeza y su disfrute en los excesos. Igualmente su valor, su resistencia y su templanza en goces y privaciones –prueba palpable de su alma equilibrada e invencible- quedó bien patente durante la enfermedad que le ocasionó la muerte".
Es una confesión enormemente grande, y que verdaderamente cumple con ese mandato "cristiano" de honrar al padre y a la madre. Antes y después de esta confesión referente a su padre, confiesa largamente a amigos, hermanos, abuelos, maestros y personas que han influido en su formación, pero todo ello es largo y no apropiado a un solo artículo; es por lo que recomiendo una vez más; la lectura de todo lo que encuentren de este gran hombre; citando para ello el siguiente libro: "Los estoicos" (Epicteto, Séneca y Marco Aurelio): Editorial Nueva Acrópolis: Madrid; se trata d un libro el que valoro tanto, que lleva décadas viajando conmigo, puesto que donde yo duerma, siempre lo tengo a mano, incluso muchas veces en la bolsa de mano cuando lo hago en autocar u otro medio transporte público; es de los mejores libros que yo he leído en mi vida… "Y he leído muchos".
NOTAS:
(1) En la época del emperador Caracalla, es él mismo el que afirma con rotundidad; "Ya somos más los contribuidos que los contribuyentes".
Marco Aurelio Antonino (en latín: Marcus Aurelius Antoninus; Roma, 26 de abril de 121 Vindobona o Sirmio, 17 de marzo de 180), fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores procedentes de una familia de antiguos colonos itálicos asentados en la provincia de Betica, y está considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica. Marco Aurelio y Lucio Vero fueron hijos adoptivos de Antonino Pío por mandato de Adriano y los dos primeros coemperadores del Imperio. Su gobierno estuvo marcado por los conflictos militares en Asia frente a un revitalizado Imperio parto y en Germania Superior frente a las tribus bárbaras asentadas a lo largo del Limes Germanicus, en la Galia y a lo largo del Danubio. Durante el período de su imperio tuvo que hacer frente a una revuelta en las provincias del este liderada por Avidio Casio, la cual aplastó. Gobernó brevemente en solitario tras la muerte de Lucio Vero como consecuencia de la Peste antonina en 169, aunque desde 177 gobernó junto a su hijo Cómodo, quien le sucedería. La gran obra de Marco Aurelio, Meditaciones, escrita en griego helenístico durante las campañas de la década de 170, todavía está considerada como un monumento al gobierno perfecto. Se la suele describir como «una obra escrita de manera exquisita y con infinita ternura». (Wikipedia)
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y
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