RESTAURANTES CHUMINADA Y ORO EN EL MENÚ
La decadencia actual, se demuestra y al igual que en otras épocas; en la novedad de manjares, vestimenta igualmente "al último grito"; seguido de la ostentación por el mero hecho de "ser más por tener más" (un constructor, albañil español, se ha hecho construir un yate mayor que el del rey, a pesar de tener uno o dos más). Igualmente en la mesa y en el banquete, la ostentación y el lujo, son "las joyas" a lucir puesto que los sin personalidad, creen encontrarla en otras bagatelas; así y no hace mucho tiempo, miembros del partido en el gobierno actual; que se dice es "socialista"; en banquetes pagados con dinero público, se ha publicado el que se han pagado botellas de vino, a un importe que muchos trabajadores en España, no cobran equiparando ello al total de su nómina mensual. Todo ello reitero, no es otra cosa que signos evidentes de decadencia, donde lo inmoral ya pasa de largo y se llega a la amoralidad, que se demuestra en múltiples formas.
La historia nos da relatos que antes nos sorprendían, ya no. En ellos se afirma que tanto Calígula como Cleopatra "tomaban como bebida, perlas disueltas en vinagre". Que personajes muy ricos del Imperio Romano, se arruinaron simplemente dando banquetes ostentosos y compitiendo entre ellos para deslumbrar cada vez más a sus "ilustres invitados". En estos banquetes se servían tantos "manjares" novedosos, que muchos de ellos quizá nos diera asco el verlos encima de nuestra mesa "Imaginen un jabalí cocido, relleno de pájaros vivos y que se lo trinchen delante de su servilleta" (que aquellos bestias ni conocían aún: tampoco el tenedor) y lujos tan estrambóticos y caros que mejor, lean la historia puesto que hay para coger una indigestión y sólo con leer el desarrollo; de aquellos denominados banquetes; muchos de los cuales terminaban en el vomitadero, para luego simplemente seguir llenando la panza de nuevo.
Ahora y se lleva ya tiempo; los libros de cocina surgen como las setas en el tiempo de ellas; o sea que brotan en racimos y como lo que se tratan es de distinguirse, pues los nuevos platos surgen a centenares o miles.
Lo mismo han surgido a centenares, los que yo denomino, "restaurantes chuminada"; donde y en lo que se dice "nueva cocina"; te ofrecen platos enormes de grandes por su tamaño, pero con minúsculas porciones de "cosas raras o chuminadas", que normalmente te dejan insatisfecho y muchas veces con mal gusto de boca; o con un sabor raro que no es agradable; ni mucho menos. Tuve una experiencia y en forma de agasajo de mis propios hijos, a los que les dije ni una vez más; tenemos en la vieja cocina española, infinidad de sabores y condumios de tan variado tipo, que no merece la pena conocer estos "platos de hambre y de dudosos sabores"; donde son capaces de decirte que contienen "leche de almeja y finas yerbas del Golfo de Siam" y que además te lo cobran a precio de oro oro que por otra parte, ya se está empleando en esos antros "del mal comer", para deslumbrar a esos clientes que arriba se citan y a los que se les cae la baba, si a determinado plato o postre, le echan "un espolvoreo de oro"; el que a lo mejor le dicen que con él, podrá robustecer su ya perdida sexualidad.
Y no, no es que se trate de seguir los consejos del sabio Pitágoras (aunque mejor nos iría) el que aparte de aconsejar que no pretendiéramos la riqueza
"No aspiréis jamás a la vanidad de ser ricos; contribuiríais a que hubiese más pobres". En lo referente a comida aconsejaba la frugalidad y que
"no debe tardar la elaboración de lo que se come, más que el tiempo en ser comido".
He viajado lo suficiente y he comido en tantas mesas, que al final, los guisos de mi abuela y hoy y afortunadamente los de mi esposa
no los ha mejorado nadie. Un simple arroz "a lo que sea" y que ella improvisa con lo que hay en la nevera y despensa en ese momento; unas patatas guisadas, "o fritas a lo pobre y en aceite siempre de oliva"; unos fideos igualmente guisados, una simple tortilla de patatas y cien cosas más; que dicho sea de paso, son sanísimas para el organismo
valen infinitamente más que todas esas chuminadas. Afortunadamente nuestras dos hijas han aprendido bastante (no tanto como lo que sabe la madre) pero aún así, "le dan sopas con honda a toda esa gran chuminada de la nueva cocina"; que no ha superado aquellos guisos que sólo mi abuela Rosario, sabía condimentar
sobre todo aquellas exquisitas albóndigas, que nadie supo hacer nunca como ella, o la carne de ave en pepitoria
igualmente muchos otros guisos más; teniendo en cuenta que las limitaciones de aprovisionamiento eran muy limitadas; pero con lo que se disponía en el mercado había más que suficiente.
Por todo ello y como decía aquel viejo cura en su arciprestazgo
cuando el coadjutor le decía aquello de que por lo bueno que había sido, iría derechito al cielo
el viejo cura le decía siempre
"sí hijo, lo que tu digas
pero como en la casa de uno".
Y no, no es que me haya borrado de ir a un restaurante; pero cuando voy, voy a lo clásico
si es carne, pescado, sopa, pasta, verduras; postres o entremeses
voy a comer al estilo español y por cuanto España como viejo, viejísimo solar
tiene una cultura culinaria que no la he encontrado ni parecida, en ninguno de los muchos lugares visitados en el extranjero; y de vinos igualmente tenemos de sobras y buenos vinos a precios asequibles. Tristemente si sigue el "chuminismo" actual, igual van enterrando uno de los mejores legados de todos nuestros antepasados
yo y afortunadamente, cuando ello pueda llegar
"ya seré solo cenizas; que es lo que queda tras el crematorio".
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
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