¿SÍNDROME DE QUÉ?
Uno no sabe si echarse a reír o a llorar, puesto que en este absurdo mundo se van desarrollando hechos, de tal magnitud (o idiotez) que uno ya en sus casi setenta años, no pensaba nunca iban a llegar estos. Que a mi entender, son difíciles de entender y mucho más de asimilar, por (al menos) los que nos hemos criado y mantenido sobre la base de un duro trabajo, asumido e incluso añorado o amado, puesto que sobre esa base fuimos viviendo y progresando en la vida. Disfrutamos vacaciones (no olvidemos que los 30 días los impusieron los gobiernos de Franco) y siempre volvimos de ellas, con ansias de trabajar, para ahorrar para las próximas.
Pero hoy las cosas han cambiado (a peor como tantas cosas) y ahora lo que se lleva, lo que gusta a las masas (no hablo de las excepciones) es "el vivir del cuento", el que "lo de trabajar es de tontos", el que "aquí me las traigan todas". Vamos como si en este mundo, la vida fuese un milagro y no estuviese sostenida y mantenida, sobre la base de ímprobos esfuerzos tanto físicos como mentales.
Y es que la cobardía del ser humano, en estas épocas de súper abundancias de todo, en esta ya enferma sociedad de consumo; llega a los grados en que se va a consolidar ese absurdo; que algún capullo, denominó como "síndrome de vuelta al trabajo". Y ello se fomenta incluso por los medios de comunicación, puesto que es un pretexto para llenar espacios y no tienen en cuenta lo pernicioso de esta difusión, ya que ese hecho es ficticio o imaginario y que por tanto, hay que (inteligentemente) cortar por lo sano y tratar de desenmascarar a tanto vago como hay suelto.
Para ello hay que señalar, que el que siente o se "agarra" a ese síndrome, deberá ser un ser más flojo que "un manojillo de ceniza"; más apocado que lo que usted pueda imaginar y más inútil que otra cosa; puesto que hoy y siempre, el que tiene un trabajo donde realizar una labor útil a la sociedad, debe sentirse ante todo, como un ser privilegiado y por tanto sentir la felicidad de poder vivir de su propio trabajo, al propio tiempo que crea algo útil para los demás, eso simplemente es "ser social".
Pero hoy y como en tantas épocas de decadencia humana (se afirma que marchamos a pasos agigantados hacia una nueva "edad media") se sueña sólo con la inactividad, la vacación (más bien vagancia) o descanso, la juerga y el goce de todo lo material que existe y sin apenas trabajar para obtener ello pero es que esta sociedad de inactivos (muchos vagos y maleantes) en ese excesivo descanso, vagancia o irresponsabilidad muchos se suelen sentir desgraciados y por ello beben alcohol, se drogan y realizan todos esos hecho anormales que tanto están proliferando y que van, desde las horribles pintadas en fachadas y bienes urbanos, a ese gamberrismo o terrorismo (hay que denominarlo así) callejero, en que jóvenes, que jamás han sabido ganarse el pan suyo de cada día se creen algo, pegándole fuego a contenedores, automóviles, autobuses, entidades bancarias y otros bienes, que costaron enormes esfuerzos realizar a trabajadores que de verdad vivieron y viven de esos trabajos. Amén que ocasionan heridos y algún que otro muerto, por lo que son criminales también.
Pero es que (intuyo) estos seres débiles en extremo y que vienen
"cansados de no hacer nada, salvo ingerir azúcares, alcohol y grasas y por tanto con unos quilos de más"
se vengan de su propia inutilidad (puesto que emplean la vacación simplemente para tumbarse a gandulear) acudiendo a un médico (psiquiatra) que les presta atención y que en vez de decirles, que se muevan y hagan deporte, coman menos, lean más y piensen en lo ricos que son al tener un trabajo
les anima a proseguir esa imaginaria enfermedad, pues de ello vive ese médico y es su negocio
y ese ser débil, sale de la consulta, mucho más débil de lo que entró y además, le obligan a tomar vete a saber que tipo de medicinas o drogas, para que artificialmente se reponga, de algo que en realidad no existe
¡¡Ya está bien de monsergas y negocios absurdos!!.
Pues negocio es y no sólo el del médico y la medicina que receta, sino el del propio inútil o vago, que amparado en ello, va a permanecer rebajado del trabajo (pobrecito) ocasionando la extorsión (estafa) y pérdidas que sólo el empresario sabe salvo que el parásito sea del Estado (u otro organismo oficial) y ya se sabe que entonces, los que pagamos somos todos, con nuestros impuestos.
Reitero: estamos ya sumidos en un mundo de "blandos merengues"; de irresponsables, de infinitos derechos y donde las obligaciones no existen, puesto que nadie habla de obligaciones, sólo de derechos; y antes que un derecho, existe una obligación. ¡¡Venir cansados, agotados de descansar ¿habrá cosa más absurda?!!
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.org (allí más temas)
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