EL CONTRATO MATRIMONIAL O de UNIÓN CIVIL
Cuando esto escribo, ya van (sólo en España y en 2008) "una veintena" de muertas y algún muerto, por eso que se ha venido en denominar "violencia de género"; que no es otra cosa que asesinatos entre hombres y mujeres; puesto que se olvida que "hombres también caen", pero con rapidez, menos "vete a saber los que mueren lentamente acosados por la fiera que les ha tocado aguantar de por vida"; la que mucho más perversa y sibilina, sabe obrar con muchísima más astucia. Y esa astucia la demuestra en los pleitos que siguen en general, tras separarse del varón ("con colocación de cuernos incluidos", bastantes veces). Y esa astucia, las hace llegar a ser "grandes actrices de la tragedia", con la que se meriendan a jueces y sobre todo a juezas, las que y es lógico ("pobrecitas") hay que darles todo lo que pidan y más "están indefensas angelicas".
Así algunos hombres que "pelaron el lomo", para obtener una vivienda propia; se ven expulsados de ella, expoliados en sus ingresos hasta límites dramáticos; e incluso apartados de sus hijos, que los ven (si los ven) cuando su perversa ex cónyuge, lo estima oportuno o sea, se cumple muchas veces el fiel dicho de "cornudos y apaleados".
Por ello y cuando se trata de contraer compromisos "a largo plazo", que cada vez son a mucho más corto; y los divorcios lo demuestran; pues algunos y algunas, quieren cambiar de "entrepierna", cada seis meses y algunos bastante menos debieran antes de "encamarse"; meter la cabeza en un cubo de agua con bastante hielo y pensar en lo que puede surgir y que de hecho, ya sale con abrumadora abundancia.
Sencillamente; establecer capitulaciones antes de unirse; ello solucionaría muchas cosas, que cuando eso que dicen es amor ("definición que llevo muchos años intentando averiguar y pienso que moriré sin haberlo logrado"); se convierte en odio y ese odio, ya desencadenado y fuera de control, lo que trata es acabar con el contrario; de golpe, como hacen algunos bestias masculinos o lentamente, como hacen algunas sibilinas y perversas hembras, practicando aquello de que "al enemigo ni agua".
La gente ignora o ha olvidado, que el hecho de unirse matrimonialmente o en pareja; es simplemente un contrato más; un contrato material más, que divino y digan lo que digan los sacerdotes; puesto que en la mayoría de casos lo que predomina y de por vida es; lo material el resto, pues sí, pues muy bien pero a lo que surge con cada vez más abundancia, me remito.
Ya de antiguo, las familias nobles y sobre todo la realeza, hacían sus capitulaciones o contratos; puesto que de por medio, había bienes de unos y de otros, amén de las dotes que cada cual aportaba al matrimonio; que en el caso de disolución o no haber descendencia, volvían a la propiedad inicial del que dotaba.
Ya hace muchos años, que aconsejo a los que van a casarse o unirse, que antes de nada hagan ante notario, separación de bienes; lo que cuesta muy poco dinero y que en caso de conflictos, deja muchas cosas resueltas.
Pero visto todo lo que está ocurriendo si yo tuviera que casarme de nuevo ("que me lo pensaría muchísimo") obligaría a mi pareja a que hiciéramos capitulaciones, lo más completas posibles; y que irían, desde los bienes individuales y gananciales, hasta la custodia de hijos, visitas, estancias, educación; gastos de la casa, qué tiene que pagar cada cual, caso de que como ya ocurre, ambos trabajan; etc. O sea, establecer una serie de cláusulas, que ya debieran tener incluso en sus ordenadores, todos los abogados que se dedican a estos pleitos de familia; pues (supongo) que como todo no lo recogen las complicadas leyes españolas; hay que contratar y firmar lo que convienen las dos partes; que una vez firmado, se convierte en ley; salvo que contravenga alguna en vigor; cosa a orientar por un abogado entendido en esta materia. Y de ese contrato, siempre dos copias, una para cada uno y a guardarlas "como una joya" puesto que ese contrato ante un juez, es un documento esencial.
No es que todo ello evite todos esas batallas entre hombre y mujer; que por otra parte, siempre existieron y van a seguir existiendo pero, supongo que algunas sí que podrían evitarse; al menos en esos abusos que se sufren tras "la batalla final". Y si una de las partes no está dispuesta a firmar; mejor dejarla y buscarse otra pues ya digo; prevenir es de sabios.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen.ciudad.org (allí más)
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