1.5.13

Artículo de AGF para publicar y difundir: Gracias

Hablar, dialogar… discutir

 

                                Hablar… creo que hablamos mucho, discutir también lo hacemos en exceso, pero dialogar… dialogar y razonando el diálogo, es algo tan escaso, que apenas existe. Ni siquiera en los parlamentos nacionales, donde y como espejo nacional, debieran lucirse (enseñando) los verdaderos oradores, se practica ello en la forma ejemplar en que debieran y muchas veces, lo que vemos son estampas ridículas o bochornosas, de unos individuos que lo que van es a herir de la forma más deleznable al "enemigo", que no rival político; y al que como tal, se le debe el respeto debido.

 

                                Si de allí bajamos a las escuelas, yo creo que en ellas, es que ni se enseñan las mínimas bases de respeto en un diálogo que debiera ser enseñado, como una de las primeras reglas a aprender en una verdadera escuela de enseñanza general. En las familias y por cuanto vemos y observamos en la calle, en la mayoría se desconoce lo que es el diálogo y lo normal es la discusión, cuando no el abuso de "unos sobre los otros, que muchas veces no son los padres sobre los hijos, sino todo lo contrario"; y es que el respeto y la jerarquía lógica, son algo muy en desuso u olvidado. Se ha perdido lo que en esencia debiera ser "la marcha" de una familia y donde el respeto y jerarquía justa, debiera marcar siempre la continuidad de la misma.

 

                                Si observamos en algunos lugares públicos, generalmente bares o similares, o donde hay reuniones de los que se dicen "amigos"; da igual de lo que hablen, que generalmente suele ser de "los nefastos juegos deportivos y que tan envenenada tienen a la grey"; allí la discusión acalorada está garantizada y muchas veces el cerrilismo más acentuado, por cosas absurdas, como puede ser el marcaje de un tanto por tal o cual individuo o la posición de un determinado equipo, al que el acérrimo, defiende como si se tratase de su propia madre y por el que se acalora e incluso si no sabe controlarse, puede llegar a la ofensa o al empleo de las manos y no precisamente para acariciar al oponente… de los políticos, al menos aquí en España, ya no se discute apenas nada; se le dedican algunos dichos más o menos "venenosos", o simplemente, se desprecia ya a todos y al decir todos, reitero… "T o d o s".

 

                                Por otra parte, en esos cambios de impresiones, lo que impera es lo banal, lo absurdo; no hay conversaciones o temas de interés general, de contenido enjundioso y que enseñe algo al que no sabe, o sabe menos de cosas que han de interesar a todos. Se habla de esos "famosos de bengala" (nombre que se me ocurre aplicarles mientras escribo ya que suelen ser y duran como esas efímeras luminarias) y que son esos individuos de ambos sexos, que por motivos inconsecuentes y muchas veces por "cuernos aplicados o recibidos", salen en las páginas de esas revistas a las que ya denominé como "de entrepierna y entreculo" (y no de color rosa como aquí se dice) y a las que unos defienden y otros critican; extrañándome, a mí al menos, esas defensas y esas críticas a personas, que muchas veces simplemente venden sus exclusivas a revistas o televisiones, para cobrar cantidades importantes; importándoles un bledo, el que ello lo paguen para luego airear sus propias vergüenzas o interioridades más íntimas; los que a mi entender, sólo merecen una rechifla o el reírse abiertamente, puesto que otra cosa sería valorar lo que no tiene valor alguno, ya que no es digno de ningún respeto quién se presta a esos bochornosos comercios, pero de los que viven infinidad de "acompañantes" y sobre todo, esos "presentadores públicos de miserias de otros, los que como pavos reales son capaces de exhibir su propia y triste fama de divulgadores de lo absurdo".

 

                                En algunas verdaderas escuelas de la antigüedad, algún sabio enseñaba a sus discípulos… "Recordad que los dioses, os dieron dos orificios para oír, dos ventanas para ver, tres orificios para respirar; sin embargo sólo os dieron una boca y en ella una sola lengua… deducid por ello, que es mucho más importante el oír y ver, el estar callados y atentos para aprender lo máximo; para luego hablar lo justo y necesario".

 

                                En la escuela de Pitágoras, a los que admitía en ella (que no era a todos los que allí llegaban) eran obligados, simplemente a estar en silencio total, mientras oían las clases; se les denominaba "los silenciosos", y a los que no se dejaba hablar lo más mínimo, hasta que pasado el período que aquel gran maestro estimaba necesario; era entonces cuando se les dejaba hablar pero de forma pausada o controlada.

 

                                Aquí y hoy, en esas escuelas "modernas" y donde "tanto pedagogo progresista sentó su culo de profesor" (que no de Maestro) ya no se dan clases de enseñanza de ese tipo, para que la gente aprendiera a hablar y hacerlo con corrección; tampoco de escribir al dictado, lo que era un magnífico ejercicio para aprender a escribir; tampoco de caligrafía para aprender a escribir con un tipo de letra equilibrada y en cierto modo bella o de buena línea entendible… y desde luego, no se les enseña nada parecido a aquellas escuelas de "los silenciosos" y donde de verdad, se respetaba e incluso se admiraba al Maestro… al verdadero Maestro Maestra… "hoy hasta se tutean como camaradas de la misma charpa o cama".

 

                                              Y es claro… "así vamos y así nos llevan, los que tampoco aprendieron gran cosa"; por que hay que ver y observar a "los que dicen gobernar y gobernarnos"; pobrecitos, algunos de ellos.

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)

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