2.6.22

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El Versalles alemán y el… "rey loco" (I)

 

Me encuentro en Salzburgo transcurre el año 1993 y, aunque es aún noviembre, pero el invierno alpino, es aquí "el dueño" y como decimos en mi tierra, "hace un frío que pela". Es noche cerrada cuando salimos del café, son las seis de "la tarde" y en España es aun de día. Emprendemos el recorrido para llegar donde está aparcado el autocar, al que subimos (tras despedirnos de nuestra guía) y  en el que regresamos a nuestro hotel, del que ya no saldremos hasta la mañana, puesto que el frío no invita a realizar "paseos nocturnos"; yo prefiero cenar tranquilo y luego fumar pausadamente mi habitual cigarro puro, mientras pienso lo que escribiré, sobre esta tarde en Salzburgo y lo que "apretadamente" realizo antes de acostarme, ya que necesito recoger "vivas" las imágenes y sonidos, recogidos esta tarde y a lo largo de todo el día... puesto que ha sido un muy buen día de bueno y enriquecedor turismo... me siento cansado y feliz. Por ello dormiré muy bien esta fría noche, que aunque hay calefacción, pero hay que dormir abrigado.

            Son las seis de la mañana, de este veintiuno de noviembre, cuando ya estoy levantado, puesto que quiero tomar un baño y hacerlo con toda la tranquilidad posible. Son las siete cuando amanece y ello lo apreciamos ya instalados en el comedor del hotel, el que está situado en la planta catorce (decimocuarta) del edificio y donde anoche cenamos. Como existen grandes ventanales, ellos me permiten una buenísima vista de la ciudad y alrededores de la misma, por ello veo perfectamente el amanecer y con él a la ciudad totalmente nevada y el bello panorama consiguiente, puesto que todos estos lugares son notables, si bien lo que veo es afeado horriblemente por el espacio que ocupan, una enorme y humeante chimenea y la central eléctrica de la cual procede, y las que instaladas en pleno centro ciudadano, distorsionan todo su entorno. Incomprensible esta instalación en el lugar donde la misma se encuentra... "en fin, son cosas del progreso" y por lo visto no han tenido solución mejor, aquí.

            Bajamos equipajes y los instalamos en el autocar, al que subimos y cuando salimos de la ciudad, son las siete y cuarenta minutos (lo hacemos con 10 m. de retraso) nos acompaña una muy joven y simpática guía, cuyo nombre es el de Teresa, la que con amabilidad y muy agradable voz, nos informa del recorrido que hoy tendremos; después nos pone en el radio casete del autocar, una cinta de música de Mozart, que mucho le agradecemos quienes nos son gratos "estos ruidos", que a otros muchos y al parecer... "molestan bastante", puesto que no guardan el necesario silencio que estos bellos conciertos requieren (que le vamos a hacer).

            Rodamos en dirección a la cercana Alemania, concretamente nos dirigimos hacia Baviera, por ello a las 8,15 estamos ya en la frontera austro-germana y tras unos trámites aduaneros, que afortunadamente resultan muy breves, cruzamos y pasamos a Alemania; diez o quince minutos después, "pisamos suelo alemán".

            Nos dirigimos a un lugar bastante "mítico", puesto que vamos a visitar el denominado, "Palacio del Rey Loco", al menos así es conocido en la Historia a Luis II de Baviera, el que también fuera mecenas de Ricardo "Wagner" durante año y medio; de la turbulenta vida de este (también) famoso compositor de música, y al que "montó" sus grandiosas óperas y le pagó generosamente, puesto que (lo dice nuestra guía) de muy joven, este (entonces) príncipe "loco"... "se enamoró de la música de Wagner" y lo que aprovechó muy bien, este revolucionario músico, lo que ocasionó enormes gastos al tesoro público bávaro y lo que traería consecuencias trágicas, pues no sólo fue Wagner.

            Tras este período de los "dieciocho meses wagnerianos", el rey se retiró y se dedicó casi exclusivamente a vigilar y dirigir las construcciones de los tres grandes y legendarios castillos, que pretendió poseer, este "pequeño rey, lleno de delirios de grandeza"... El que veremos hoy, es el que lleva el nombre de... "Herrenchiemsee".

            Estamos atravesando montañas y valles, de lo que se denominan, pre Alpes "Bávaros" y por tanto, dentro del Tirol, cuya región montañosa ocupa parte de varios países alpinos. Todo ello está cubierto de nieve y por tanto continuaremos disfrutando de estos bellísimos paisajes, los que envueltos en una gran capa de este manto nevado, nos los presenta serenos y apacibles; y por ello, nos transmiten esa quietud, pese a que... "estemos en movimiento". Yo al menos, así lo siento y por ello lo digo.

            Nos va informando Teresa y nos dice, que este palacio está situado dentro del lago "Chiemsee", conocido también en Alemania como "Mar de Baviera"; lago bastante extenso puesto que cuenta con ochenta y cuatro kilómetros cuadrados, teniendo una profundidad de hasta setenta y tres metros y en el que existen tres islas, siendo en la mayor de estas, donde Luis II, se propuso construir (no lo consiguió, puesto que quedó sin terminar)... "su Versalles particular", el que conocido con el nombre de "Herrenchiemsee", fue todo un escándalo para la ciudadanía de aquel pequeño país, puesto que gastó en esta obra, la enorme cifra que representaban dieciséis millones de marcos de los de entonces y por ello (entre otras cosas) fue considerado como loco; y apartado del gobierno bávaro, por sus propios ministros, los que lo desterraron a un apartado lugar, donde en circunstancias no aclaradas, apareció ahogado junto a su médico; habiéndose encontrado los cuerpos de ambos, flotando en las aguas del lago "Starnberg", contiguo a su residencia del Castillo de Berg, donde había sido confinado bajo gran vigilancia...?

            Mientras llegamos al lago Chiemsee y para irnos "ambientando", Teresa nos pone música de Wagner, la que oída "viendo pasar" esta parte de Baviera, completamente nevada, resulta todo ello hermoso y bello, creando todo el conjunto, emociones muy agradables al espíritu de cualquier persona... "Un poco sensible y conocedora de parte de los dramas de ciertos personajes, privilegiados por los dioses", pero a la vez desgraciados por sus propias pasiones y lo que de negativo ocasionó su vivir en esta tierra.

            Tengo que señalar, que a Luis II, los bávaros también le asignan el apelativo de "rey romántico".

            Son las nueve y cinco minutos, cuando llegamos al embarcadero del citado lago, hace un frío enorme, acrecentado por la gran humedad que transmite esta gran cantidad de agua. Mientras nuestra guía realiza los trámites de adquirir los pasajes y llegamos al muelle "lacustre", embarcamos y nos acomodamos en "el Berta", que es uno de los barcos que realizan estos servicios... han transcurrido unos larguísimos veinticinco minutos y cuando emprendemos esta corta travesía, son las nueve y treinta.

            El barco es un poco más grande y mejor acondicionado que el que ocupamos en Venecia, en él caben unas doscientas personas y dentro del mismo, no sentiremos frío. De inmediato a subir nosotros (únicos ocupantes en esta travesía) "el Berta" se dirige a toda máquina, hacia la denominada "Isla de los Señores", lugar donde se encuentra el ya mentado palacio real.

            Está intentando lucir "tímidamente" el Sol, e iluminar este hoy tranquilo lago, en el que proliferan diferentes especies de patos y algunos cisnes. Hay un poco de niebla o brumas y todo ello me impide ver y apreciar en toda su plenitud, las bellezas de estos lugares, que indudablemente deben ser notables, apreciadas a plena luz solar y en días claros y limpios.

            Llegamos a la "Isla de los Señores", hemos tardado unos quince minutos en llegar al embarcadero, pese a que hemos navegado a una velocidad notable.

            Según tenemos "contratado y pagado", esta visita al palacio real, debiera haberse realizado en "coche de caballos", pero en donde desembarcamos, no hay ni caballos ni siquiera "un alma", así es que acompañados y guiados por Teresa (nuestro guía español, se ha quedado "calentito" en un bar, sito en el lugar desde donde embarcamos para llegar aquí) emprendemos a pie el camino, que nos separa del palacio, el que dista bastante trecho desde el embarcadero, puesto que tardamos unos veinte minutos en llegar, haciéndolo a través de un camino que cruza un bosque, todo lo cual encontramos nevado en abundancia; y por cuanto ya he dicho, sufrimos un frío intenso, amén de los inconvenientes, propios y fáciles de comprender, por cuanto ya he relatado anteriormente.

            Este horrible frío, no impide el que apreciemos el grandioso espectáculo de este bosque, compuesto por enormes árboles de, hoja caduca y por tanto desnuda, pero los que se nos ofrecen cubiertos en todo su ramaje, por la abundante nieve, que igualmente cubre todo el follaje del suelo y todo ello resulta enormemente bello en su desolación.

            Y en estas condiciones de "aventureros" llegamos a la soñada obra de aquel loco que reinó y murió soltero, el hoy "land" alemán, o estado federal de Baviera, el que junto a quince más, conforman la hoy poderosa república federal de Alemania. (Mañana el resto)

 

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen-ciudad.es (aquí más)

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