De Venecia a Viena (y II)
A las 13,30 h. nos detenemos en un restaurante de la autopista, el que situado cerca de la ciudad de Graz, lleva por nombre o denominación, el de, "Graz-Kaiserwald", donde cada cual come por su cuenta y riesgo, puesto que la comida no entra en lo que comprende el viaje, es por tanto "libre". El establecimiento y entornos están nevados si bien luce el sol.
Como yo de "alemán y de chino", no sé nada en absoluto y los camareros que atienden, son "puros austriacos", pues nos entendemos con el idioma "universal"; y con la mímica, los gestos y señales, al final mi esposa y yo, logramos comer estupendamente; tan es así, que luego algunas de las compañeras de viaje, al llegar "su turno", indican al camarero "el mismo número de menú que nosotros hemos elegido" (han visto lo que comemos y a su pregunta les he indicado el número correspondiente y que figura en la carta). Después hemos tomado postre y café y pagado su importe, hemos salido al exterior, donde aún podremos disfrutar de un rato del ya "tímido y frío sol austriaco", mientras corre el tiempo de descanso que nos ha marcado el guía... "feliz por esta primera prueba del alemán", enciendo mi primer puro de hoy y fumo gran parte del mismo, al purísimo aire de estas montañas, admirando sus bosques y campos, los que para nosotros son todo un espectáculo, más aún por cuanto, la nieve los adorna. Transcurrida una hora de tiempo que nos han concedido de descanso, continuamos viaje.
Como aún nos queda un buen trecho hasta llegar a Viena, nos ponen una película para entretenernos esta segunda parte del viaje. A las 16,30 horas, estamos entrando en la capital de Austria, donde ya empieza a anochecer. Veo marcado en un termómetro luminoso (el que se encuentra cercano al primer semáforo donde tenemos que detenernos) tres grados bajo cero, lo que nos confirma, las temperaturas que vamos a tener que soportar, durante todos los días que nos encontremos entre Austria, Suiza y la parte de Alemania, que vamos a visitar.
Tras un recorrido que nos ocupa unos quince minutos, llegaremos a nuestro hotel, donde con "cierta dificultad" (la que luego contaré) tomamos posesión de nuestra habitación, en la que reposamos suficientemente y tomamos un baño que nos restablece del cansancio del largo viaje. En el establecimiento hotelero en el que nos encontramos es el siguiente... se trata del "Parkhotel Schonbrunn", el que ocupa uno de los viejos palacios que fueran propiedad de la nobleza austriaca y el que está situado en lo que fuera ese barrio "noble", muy cercano al palacio imperial (del que el hotel toma el nombre). Barrio en el que igualmente habitaron los más famosos músicos y compositores que en Viena, realizaron su inmortal obra. El palacio fue acondicionado y convertido en hotel, respetando salones e incluso un teatro interior que posee. Posteriormente se amplió, a los bastante grandes jardines del palacio, en los que se realizó una obra "moderna". Resultado de todo ello es un enorme establecimiento hotelero, que cuenta con más de quinientas habitaciones, bastante bien acondicionadas y todos los servicios propios de un "gran hotel", pero en el que inexplicablemente existe "un detalle", incomprensible para cualquiera que conozca la "organización hotelera normal y corriente" (no hablemos de la tan "perfecta" alemana). Resulta que en este enorme conglomerado de habitaciones hoteleras, su interior es un verdadero laberinto, pésimamente señalizado y en el que se crean problemas verdaderamente grotescos, puesto que se llegan a "perder" los clientes en estos intrincados pasillos, cosa inexplicable y absurda y de la que pueden hablar quienes han estado en el mismo. Y lo curioso es que pese a las continuas quejas que existen -me lo confirmó un empleado- no se resuelve este absurdo problema, el que por otra parte no resultaría muy costoso (como propietario de un "mediano hotel" creo saber algo de ello)... "indico todo cuanto antecede, puesto que yo y mi esposa nos perdimos en el laberinto, al igual que la mayoría de los componentes del grupo y de otros que entraron con nosotros", luego -es claro- que una vez recorrido "el itinerario" un par de veces, puedes salir y entrar en "el dédalo", no sin ciertas dificultades. Pero -insisto- se llega a sentir un "preocupante grado de indefensión y abandono en esta situación", donde incluso, llamas por teléfono a la recepción y no te entienden, porque pese a "lo de gran hotel", no existe en ese momento quien entienda el español, que por si alguien lo ignora..."lo hablamos ya unos trescientos veinte millones de hispano-parlantes" (hoy 2022 pasamos de los 600)... ¡Horriblemente absurdo!
Tras esta "primera y amarga experiencia vienesa", en un país en que se presume de... "que todo está actualizado, en orden y en un estimable control"... llegamos (con retraso) al comedor, donde damos las oportunas quejas a nuestro guía, que "pone cara de circunstancias y no sabe encajar la justa queja que le hacemos, puesto que si allí estamos en por culpa de él"; y lo correcto es que -al menos- hubiésemos efectuado (dirigidos por él) una oportuna queja colectiva, a "tan inútil dirección hotelera".
Como no es cosa de "cambiar de hotel", se van calmando los ánimos (hubo personas que llegaron a rozar la histeria, viéndose perdidas en aquellos pasillos) y cenamos, con cierto malestar de cuerpo, una cena que no estuvo mal ("al César lo que es del César") y luego tras la misma, nos dividimos en grupos y pasamos a los amplios salones del hotel, donde departimos y fumamos, comentando principalmente los incidentes comentados y donde destacamos el que la señalización interior de este hotel, debe haber sido realizada por un loco. "Agarrado a mi segundo puro, fumo el mismo con la parsimonia que ello requiere"... hasta lograr que la tranquilidad y "la estabilidad de ánimo, vuelva a nosotros"... y así a las diez de la noche, nos retiramos mi esposa y yo en dirección a nuestra habitación (el recorrido lo efectué tres veces con anterioridad y como "entrenamiento"). Son algo más de las diez de la noche cuando entramos en la alcoba, donde nos aguarda otro inconveniente.
Trato de llamar por teléfono a casa, o a casa de alguno de mis hijos, pero ello no me es posible, por lo visto y aunque el teléfono es "directo", han debido de bloquear la línea, supongo que en el control hotelero, "pensarán que no vamos a pagar la llamada" (se suele emplear este sistema con los grupos). Trato de hablar con recepción y como yo no sé alemán, ni quien me atiende, tampoco sabe (o quiere saber -"vete tú a saber") español", no me es posible realizar esta llamada, por lo que... "nosotros nos quedamos sin poder hablar con la familia... y el hotel se queda sin la ganancia que indudablemente representa el servicio telefónico, el que se suele cargar bien en ciertos hoteles"... y de verdad que lo siento, no por mí, sino por mi esposa, que deseaba impacientemente el haber hablado con nuestros hijos y sobre todo el oír a, "nuestra pequeña nieta de casi dos años de edad"... de verdad que sonrío, cuando escribo todo esto que me ha ocurrido en este... "gran hotel de una ciudad con la solera histórica, como lo es Viena"... y con esta sonrisa me dirijo a la cama pensando... ¡Cuando los imbéciles políticos, acordarán el fomentar o implantar un idioma (uno sólo) en el que nos podamos entender todos los habitantes de esta pequeña "esfera" que flota milagrosamente en el cosmos!... ¡Bha!... Y no, no estoy pensando en que sea suprimida ninguna de las denominadas, "lenguas vernáculas o nacionales", no, pero... ¿Qué costaría lo que antes digo, si se implantara en todas las escuelas e institutos del mundo... "Más o menos" civilizado?... poco, muy poco, para los grandes beneficios que ello conllevaría en relación a la verdadera comunicación y entendimiento entre los "humanos".
Me acuesto y leo un rato, hasta que "el sueño viene" y me produce el descanso muy necesario, tras un día tan ajetreado como este.
Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más)
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