2.3.22

Artículo de AGF para publicar y difundir: Gracias

La mesa de Putin, la sangre, la paz y el vivir

 

                                Aun cuando ya soy bastante viejo y por tanto considérome ya muy cercano a la muerte; pero aun así, no me extrañaría que antes de ello, vea a ese "nuevo, zar ruso en la sombra"; como candidato o ya coronado como nuevo zar de todas las Rusias; su ambición y ego deben ser algo enormes, tal y como ha venido obrando y obra; demostrando siempre que puede que, Rusia es suya y de nadie más.

                                Una de las pruebas de ese estado de ambición inagotable, es la mesa que ha lucido recientemente y antes de declarar esa guerra criminal a Ucrania, a la que igualmente considera suya y a por ella ha ido. Esa descomunal mesa, más parecida a una plataforma militar de un gran portaviones, que a una mesa de diálogo internacional y sobre "iguales"; lo sitúa cuando sale a escena, como "un jefe supremo e indiscutible", que sitúa, siempre a su interlocutor como un ser inferior, a gran distancia de "su autoridad"; y en una plataforma de tiro imaginaria, desde y donde se puede ametrallar y eliminar cuando interese.

                                Visto "lo que ha liado", hoy esa mesa y ese lujosísimo despacho "imperial", sobrecargado de lujos "asiáticos" y con servidores siempre a mano, como debió tenerlos "Iván el terrible"… es imaginable que ese lujosísimo despacho imperial, hoy está cubierto de sangre inocente; y que ya ha sido derramada ("por el nuevo Iván") en Ucrania y procedente de la población civil, ya masacrada y en vías de más grandes masacres, puesto que este ambicioso, ni hace el más mínimo ademán o intención de dialogar con nadie, hasta cumplidos sus deseos de dominio absoluto; cosa esta que puede ocasionar muchos más daños "internacionales", si no hay fuerzas que lo sepan contener, que por cuanto estamos viendo, no las hay, "ni dentro ni fuera de Rusia"; así es que como indefensos de este individuo, que incluso ya hace valer, el que tiene un inmenso arsenal atómico; no nos queda otra cosa que, "esperar a ver lo que hace y cuándo se detiene, puesto que por cuanto se aprecia, lo apoyan hasta el papa ortodoxo de la religión rusa", con el que se lleva muy bien según se desprende de todo ello.

                                Por todo ello, hoy "escribo o reescribo", sobre "danza invisibles"; y de uno de los hechos de mi vida pasada, observando la siempre maravillosa actuación de algunos hechos "naturales", galácticamente distantes de estos que hoy nos preocupan, por lo que filosóficamente hay que dejarlos al margen y esperar.

DANZAS INVISIBLES: Algunas (muchas veces) quisiera escribir sobre temas "suaves y dulces" y no ir siempre como suelo hacer (sobre la cresta de la ola) pero es "el yo interior", el que manda y dicta ("dicen que dicta el que sabe") y le suelo hacer caso cuasi siempre, pues como "buen dictador", ni tiene hora ni tiempo, dicta cuando mejor le viene en gana. Así en ciertos atardeceres de éste verano del último año del segundo milenio, me hizo fijar la atención en algo, que se debe estar repitiendo hace ya veintidós años (que ocupo ese lugar en ese tiempo veraniego) y que en otros lugares, será un repetir "eterno" pues lo que voy a relatar es, "una de tantas danzas como ejecuta la vida en su devenir".

            Caía, digo, la bellísima tarde veraniega y andaluza y desde el lugar que ocupo en la ribera del "río Jaén", principio de la antes campiña (hoy inmensos olivares) y donde se inicia el suave declive que marca el valle del Guadalquivir en ese lugar, el que bajando y ondulando campos y tierras, termina en Sanlúcar de Barrameda, que es donde, "el padre de Andalucía", entrega su hoy contaminado... caudal al océano.

            Suelo ver casi cada día (como ocurrió aquel); "al carro de Helios", cuando se pierde en la lejanía, se convierte en un disco enorme y rojizo, y va "perdiéndose" en ese lugar donde ya la noche, hace tiempo que huye de la brillante luz que la anula. Es ese tiempo que similar al del amanecer, pero diferente totalmente, marca en el firmamento y en la propia alma del observador... una paz difícil de narrar por cuanto ello no es posible, puesto que algunas veces, ese silencio que impone la antesala de cada principio y fin del cotidiano día, viene acompañado de, "ciertas músicas y armonías que cuasi imperceptibles, muy pocos saben apreciar". Y fue en uno de esos momentos cuando, algo me indicó y dijo. ¡Mira!.

            Miré y lo que vi en un principio nada me dijo, los quince o veinte metros de distancia, me impedían ver "lo que se me indicaba"; sentí de nuevo el impulso y miré con más fijeza y entonces me di cuenta de "los compases de la danza"; unos cuerpos pequeños y emplumados, danzaban a un ritmo veloz y acompasado, por encima del agua de la  piscina del chalé. Su velocidad y ritmo y algún "chillido" armonioso, ponían el contrapunto a aquel extraño y apacible ballet natural. Eran un grupo de golondrinas que volaban siempre ocupando el rectángulo que ocupa el agua de la piscina, bajando y subiendo de nivel pero siempre por encima del agua. Vendrán a beber (pensé) pero por más que me fijé, la superficie completamente lisa del agua, me indicaba que no era "cortada" por el pico de ninguna de aquellas aves, las que siguieron danzando ante mi vista (me había acercado sigilosamente unos metros) y sin alterar su ritmo por mi presencia, que seguro advirtieron y quizá, "ya sabían que quien se acercaba era amigo" (nunca molesto a ningún animal si él no me molesta a mi); por ello me senté bajo "la rugosa oliva" (sólo hay una en el jardín) para seguir observando.

            En un momento y ya cuando empiezan a caer los primeros velos de la noche, las golondrinas se van marchando del lugar, ordenadamente y una a una (habría una docena aproximadamente) y cuando sólo quedan cuatro o cinco, aparece "el segundo cuerpo de baile", y entra en la danza sin interferir en nada a la que ejecutan las golondrinas. Se trata de un mamífero y no puede ser otro que un murciélago, el que con ritmo "más vivo y revuelto", "cabriolea, sube y baja" y al parecer, va empujando a las golondrinas, las que se van marchando a sus nidos (supongo) pero eso sí, ordenadamente y a medida que lo van haciendo, entran en "el escenario", nuevos componentes del segundo cuerpo de baile y se completa el extraño y bello "ballet", con otra cantidad similar de murciélagos que siguen danzando, subiendo y bajando, en un rapidísimo ritmo, pero sin salirse de los no más de 45 m2 que ocupa el rectángulo del agua. Sigue anocheciendo y antes de marcharse éstos mamíferos, sí que "se despiden" con una especie de "reverencia o saludo". Van bajando y en un vuelo rasante a ras de agua, beben de la misma, con un imperceptible toque en el líquido elemento y se van marchando uno a uno, hasta que el lugar y el agua quedan en una quietud, que en ese momento nada interrumpe.

            Pero... ¿Qué ha ocurrido antes del acto final?; puesto que pienso que la Madre Naturaleza, no pierde el tiempo "en bailes y danzas" donde se consume energía inútil; y entonces caigo en la realidad, que es la siguiente. Cuando queda la piscina en reposo y no estamos ni los seres humanos, ni funciona "la depuradora"; acuden a cientos, los mosquitos y otros insectos que vuelan sobre el agua y es claro; las golondrinas vinieron "a cenar antes de dormir"; los murciélagos, a tomar su primer alimento y a tomar agua puesto que, "acababan de levantarse y empezaba su trabajo nocturno".

            ¡¡Oh maravillas de esa Naturaleza, que nada pierde ni desaprovecha!!

            Sólo faltó a aquellas bellísimas danzas y "su marco natural"; una música que algún privilegiado "músico humano", pudiera haberla compuesto viendo aquel insólito espectáculo "natural". Sonriendo me levanté de mi asiento y emprendí el regreso a la casa y donde poco después celebraríamos la frugal cena veraniega; mientras lo hacía, a mi mente acudieron, los sonidos de un violonchelo, un violín y una flauta, "algo me decía que eran los necesarios para musicalizar aquellas danzas". ¡Pero yo no soy músico! ¿Es que acaso lo fui en alguna de mis anteriores existencias? No lo sé, pero son pensamientos que acuden a la mente, sin que nadie, al parecer, "los llame".

            Jaén: Puente Tablas: Agosto de 2000

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen-ciudad.es (Aquí mucho más)

 

 

 

 

 

Jaén: 02 de Marzo del 2022

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