14.8.20

Artículo de AGF para publicar y difundir: Gracias

La vida… según un sabio 

 

                                Como a la mayoría les han metido en el cuerpo un gran miedo, cuando no incluso terror, que las masas asumen como un inminente peligro de muerte; y observando que los inútiles políticos, emplean el mismo como "potente arma de dominio"; han terminado por transformar a la humanidad, no ya a dóciles e indefensos "borregos", sino situarlos aún a más ínfima categoría. Y como "lo del virus chino", parece ser que va para largo; hay que buscar en el sabio, lecciones de consuelo y que sitúan al mono humano, en lugar mucho más seguro, pese a su impotencia (que siempre la tuvimos) pero indicando, unas fuerzas que hoy no predica nadie y de ahí la desorientación o ya "bandada", de quienes están sumidos en un terror, que yo considero absurdo, y aquel sabio seguro que mucho más: Veamos; y "habla de nuevo", Marco Aurelio; sabio estoico y emperador romano, del que sus pensamientos serán recordados siempre que se escriba la historia de este desgraciado planeta.

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                                "Una acción cualquiera que termina a su tiempo no pierde nada de su valor por el mero hecho de haber terminado. Aquél que ha hecho esta acción no experimenta algún mal a causa de este fin. Lo mismo, pues, nuestra vida, que no es sino el encadenamiento de todas las acciones, cuando acaba a su debido tiempo, no es desgraciada por el hecho de acabar, y aquél que a su tiempo se encuentre que ha llegado al último eslabón de esta cadena no experimenta por ello ningún mal. Es la naturaleza la quién señala el término y duración; a veces es la naturaleza particular, como por ejemplo, cuando uno muere por vejez; pero, en resumen, es siempre la naturaleza universal. Las partes del universo se transforman sin cesar, y el mundo goza de una juventud y de un vigor eterno. Lo que es útil al universo es siempre bueno. Así, pues, el término de la vida no es un mal para nadie, puesto que nada tiene de deshonroso, sí es verdad que no solamente no depende de nuestra voluntad, sino que no atenta contra las leyes comunes; es hasta un bien, puesto que es natural para el universo, le es útil y se acomoda a sus leyes. Así es como uno lleva en sí el espíritu de Dios, camina hacia sus mismos fines y se decide a no tener otra voluntad que la de Dios.

                                He aquí tres puntos esenciales que se deben seguir. Primero: en tu propia conducta, procura no hacer nada sin reflexionar, o de manera distinta que haría la justicia. Referente a los acontecimientos exteriores, no pensar sino que son efectos de la casualidad u obra de la Providencia; luego el azar no debe producir protesta alguna ni la Providencia ninguna acusación. Segundo: considerar lo que somos cada uno de nosotros; desde nuestra concepción hasta que uno nace de ella animado, y desde este momento hasta entregar el alma; de lo que se compone, en lo que se convierte. Tercero: tener presente que si tú pudieras elevarte sobre la tierra y ver a tus pies las cosas humanas con sus vicisitudes, no experimentarías sino un desdén por ellas, y más aún viendo al mismo tiempo todo cuanto puebla las capas inferiores y superiores de la atmósfera. Cuantas veces te elevaras así, otras tantas tendrías el mismo espectáculo ante tu vista; objetos en todo semejantes y de corta duración. No obstante, es eso lo que inspira satisfacción.

                                Aparta de ti tus preocupaciones y te verás libre. ¿Hay alguien que te impida apartarte de ellas? Pero con sencillez¸ porque la ostentación de modestia es de todos los orgullos el más insoportable.

                                ¿Qué es lo que deseas aún? ¿Es continuar viviendo? ¿Qué quieres decir? ¿Sentir, moverte, crecer, dejar de crecer; después, tener uso de la palabra, pensar? De todas estas facultades, ¿cuál crees que es mejor? Si cada una por sí sola te parece poca cosa, ve, toma, como último recurso, el partido de obedecer a tu corazón y a Dios. Pero obedecer de una parte, y, por otra, afligirse de que la muerte sea para el hombre la privación de todo, son dos cosas inconciliables.

                                Medítalo bien y limita tu ambición a conducirte como la naturaleza exige y a soportar todo cuanto la naturaleza común te obliga a aceptar".

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                                Hay que leer y releer muchas veces, estos pensamientos, máximas o sentencias de Marco Aurelio y de otros sabios equiparables; ello nos hará mucho más fuertes, nos enriquecerá en entereza, nos quitará, los miedos, nos enseñará cada vez más a ser verdaderos estoicos y por tanto a no sentir miedos, y dejar el devenir del tiempo, en lo que poco podemos hacer o influir, simplemente aceptar la verdad, o sea, que "lo que tenga que ser será"; pero que no se va a acabar el mundo ni su humanidad; la que seguirá viviendo como lo hizo desde "la noche de los tiempos y lo hará hasta el fin de los tiempos, que seguro serán aún incontables siglos con sus devenires, de todo, lo que los anteriores, junto con éste, nos han traído"; sin olvidar que no somos "causa" sino efecto y por tanto somos, "un nada (ver en mi Web ese nada) o un casi nada, pero vivimos y seguiremos viviendo, según los sabios, incluso después de la muerte".

 

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)

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