Cuándo analiza uno la actualidad “que le llega o intuye”, a través de las noticias que masivamente nos facilitan esos “brutales medios de desinformación”, que incluso arrogantemente; se creen o consideran los paladines del mundo. Cuando incluso se retrotrae el individuo que piensa y mira a su más próximo entorno, en su mismo alrededor y ve, el comportamiento humano y el de sus gobernantes más próximos o lejanos… se tiene que armar de nuevas fuerzas para proseguir pensando y entonces, no tiene más remedio que ir en busca de “los viejos libros”; esos buenos y viejos libros, que afortunadamente aún existen y que contienen los pensamientos y consejos de esos sabios eternos y que no morirán nunca… mientras la palabra se imprima o difunda verbalmente, con la máxima claridad y honradez posible. Siempre fueron un sustento para la Humanidad y siempre lo serán.
“Con hombres justos el desarrollo del buen gobierno es tan rápido como el desarrollo de la vegetación en un suelo apropiado. En verdad el buen gobierno es como una planta de rápido crecimiento. El curso del gobierno depende, pues, de los hombres. Los hombres rectos se obtienen mediante el carácter personal del gobernante. Para cultivar su carácter personal el gobernante debe emplear la ley moral (tao). Para cultivar la ley moral, el gobernante debe emplear el sentido moral o principios de la naturaleza humana verdadera. El sentido moral es el atributo característico del verdadero hombre. El sentido de justicia es el reconocimiento de lo que es justo y adecuado. Honrar a los que valen más que nosotros mismos es la más alta expresión del sentido de justicia – Debemos tributar (honrando) a los que valen más que nosotros y que honran y originan las formas y distinciones en la vida social (li, o principios del orden social). Porque a menos que las desigualdades sociales tengan una base moral y verdadera, o a menos que los gobernados sientan lo adecuado de su lugar respecto a sus gobernantes, el gobierno del pueblo es una imposibilidad. Por tanto, es necesario que el hombre de la clase gobernante se inicie regulando su conducta y carácter personales…”.
Lo que he copiado arriba, viene de Confucio y lo dijo hace dos mil quinientos años o más, dejando un fabuloso legado, tan amplio que abruma el leer hoy lo que “escasamente” llega, pues desgraciadamente, los buenos libros ni se imprimen y distribuyen ni se enseñan con la profusión que debieran y que necesita el hombre de todos los tiempos, “el que si progresa, será siempre sobre la base de una formación integral que lo conforme como ser material y espiritual”.
“Cuando un hombre lleva a cabo los principios de rectitud y reciprocidad, no está lejos de la ley moral. No hagas a otros lo que no deseas te hagan a ti”… También lo que antecede es de Confucio y por tanto no es el Cristianismo, el primer credo que difunde el tan “hablado” (y tan poco practicado”… “Amarás al prójimo como a ti mismo”… Claro que es el propio Cristo el que lo reconoce, cuándo afirma… “Yo no he venido a decir nada nuevo, sino a recordar las enseñanzas que otros predicaron” (lo dice en otras palabras pero el sentido es igual).
Se significa con ello que, Filosofía y Religión son tan iguales o idénticas, que sólo las distinguen los ritos que los hombres, adaptaron para su Dios o “dioses menores”; por ello tenía razón aquel filósofo que en conferencia oída por mí, hace muchos años; afirmaba que, “Religión” (con mayúsculas) era igual a “Filosofía”, puesto que la segunda (la verdadera FILOSOFÍA) significaba… “el religar todos los saberes positivos que el hombre había generado a través de todos los tiempos; y todas las culturas. Considero que llevaba toda la razón.
Por todo ello hay que volver atrás y recuperar todas las enseñanzas, las buenas enseñanzas de “todas las latitudes” y leer a Confucio y otros orientales, cómo igualmente hay que leer a Pitágoras, Epicteto, Séneca, Marco Aurelio; Buda y Cristo y sus verdaderas prédicas… y tantos otros occidentales “o no”; cuyos legados en conjunto, forman esa verdadera Filosofía en la que podemos encontrar, suficientes caminos para vivir dentro de una verdadera ética y una verdadera política… y no estar inmersos en la depredación de todo tipo que sufrimos y que indudablemente llevará a la decadencia, el desastre y el fin que a toda civilización… antes o después… le llega inexorablemente, si no se transforma a tiempo y sabe “reevolucionarse, que no es lo mismo que… “revolucionarse”.
“Con hombres justos el desarrollo del buen gobierno es tan rápido como el desarrollo de la vegetación en un suelo apropiado. En verdad el buen gobierno es como una planta de rápido crecimiento. El curso del gobierno depende, pues, de los hombres. Los hombres rectos se obtienen mediante el carácter personal del gobernante. Para cultivar su carácter personal el gobernante debe emplear la ley moral (tao). Para cultivar la ley moral, el gobernante debe emplear el sentido moral o principios de la naturaleza humana verdadera. El sentido moral es el atributo característico del verdadero hombre. El sentido de justicia es el reconocimiento de lo que es justo y adecuado. Honrar a los que valen más que nosotros mismos es la más alta expresión del sentido de justicia – Debemos tributar (honrando) a los que valen más que nosotros y que honran y originan las formas y distinciones en la vida social (li, o principios del orden social). Porque a menos que las desigualdades sociales tengan una base moral y verdadera, o a menos que los gobernados sientan lo adecuado de su lugar respecto a sus gobernantes, el gobierno del pueblo es una imposibilidad. Por tanto, es necesario que el hombre de la clase gobernante se inicie regulando su conducta y carácter personales…”.
Lo que he copiado arriba, viene de Confucio y lo dijo hace dos mil quinientos años o más, dejando un fabuloso legado, tan amplio que abruma el leer hoy lo que “escasamente” llega, pues desgraciadamente, los buenos libros ni se imprimen y distribuyen ni se enseñan con la profusión que debieran y que necesita el hombre de todos los tiempos, “el que si progresa, será siempre sobre la base de una formación integral que lo conforme como ser material y espiritual”.
“Cuando un hombre lleva a cabo los principios de rectitud y reciprocidad, no está lejos de la ley moral. No hagas a otros lo que no deseas te hagan a ti”… También lo que antecede es de Confucio y por tanto no es el Cristianismo, el primer credo que difunde el tan “hablado” (y tan poco practicado”… “Amarás al prójimo como a ti mismo”… Claro que es el propio Cristo el que lo reconoce, cuándo afirma… “Yo no he venido a decir nada nuevo, sino a recordar las enseñanzas que otros predicaron” (lo dice en otras palabras pero el sentido es igual).
Se significa con ello que, Filosofía y Religión son tan iguales o idénticas, que sólo las distinguen los ritos que los hombres, adaptaron para su Dios o “dioses menores”; por ello tenía razón aquel filósofo que en conferencia oída por mí, hace muchos años; afirmaba que, “Religión” (con mayúsculas) era igual a “Filosofía”, puesto que la segunda (la verdadera FILOSOFÍA) significaba… “el religar todos los saberes positivos que el hombre había generado a través de todos los tiempos; y todas las culturas. Considero que llevaba toda la razón.
Por todo ello hay que volver atrás y recuperar todas las enseñanzas, las buenas enseñanzas de “todas las latitudes” y leer a Confucio y otros orientales, cómo igualmente hay que leer a Pitágoras, Epicteto, Séneca, Marco Aurelio; Buda y Cristo y sus verdaderas prédicas… y tantos otros occidentales “o no”; cuyos legados en conjunto, forman esa verdadera Filosofía en la que podemos encontrar, suficientes caminos para vivir dentro de una verdadera ética y una verdadera política… y no estar inmersos en la depredación de todo tipo que sufrimos y que indudablemente llevará a la decadencia, el desastre y el fin que a toda civilización… antes o después… le llega inexorablemente, si no se transforma a tiempo y sabe “reevolucionarse, que no es lo mismo que… “revolucionarse”.