30.7.07

Artículo de AGF para publicar y difundir: Gracias

EL CIGARRO PURO:

 UN POCO DE PAZ CUANDO SE VA EL DÍA

 

            No he sido habitual fumador nunca, tampoco y lo poco que he fumado, me ha perjudicado en nada, puesto que aún sigo fumando "un puro al día"… un cigarro puro que me causa placer, tranquilidad, paz, me ayuda a meditar en paz y sosiego y no me trago el humo. Sólo fumo cuando estoy en el campo o cerca de la playa, o sea a cielo abierto siempre… "las volutas que lanzo al espacio son algo que me comunica con algo".

            Anoche y un poco antes de las diez, tras una frugal cena; me siento fuera en el porche, pongo el receptor de radio y oigo música agradable (sólo música y en tono muy bajo); preparo parsimoniosamente mi cigarro puro (Decía Davidov que al puro hay que tratarlo con suavidad… como se debe tratar a la mujer) y tras examinarlo "de cabo a rabo", enciendo el mechero, pongo sobre su llama una finísima tira de madera de cedro y prendida ésta; la acerco al cigarro y empiezo a chupar parsimoniosamente y tras ello y desde mi paladar; lanzo el primer yl blanco humo, "hacia el cielo"… y al mirar hacia arriba, miro y veo a "la estrella"; esa estrella que me acompaña en este lugar lleva ya casi  treinta años y que la veo avanzar, hacia mí a medida que va anocheciendo y coincidiendo que cuando la tengo "encima", es la ora de irme a dormir; generalmente de once a once y media… no se su nombre ni tampoco me importa, su limpia luz, sí.

            Alguna vez y ya terminado de fumar el puro; doy un paseo por mi jardín y voy a no más de veinte metros, en la esquina de la piscina y allí me recreo, viendo  "el carro"; esas siete estrellas, que tengo al noroeste de donde estoy y entre las cuales dicen que está "la Polar". Disfruto de unos aires limpios, de ese cielo limpio del norte de Andalucía (donde nací y vivo) y ello y junto al silencio nocturno del que disfruto, me permite percibir muchas sensaciones, tanto materiales como inmateriales: vuelvo a mi cómodo sillón de mimbre y me sitúo en esa larga hora en que quemo el puro.

            Mi esposa, cansada de los ajetreos de ama de casa y del cuido de la limpieza de los exteriores (en lo que yo ayudo lo que puedo) está sentada frente a mí… pronto la soñolencia se apodera de ella y veo que algunas veces duerme, mientras oye "su programa de radio", con los auriculares metidos en los oídos. A mis pies, "mi buen amigo Aníbal" (un Yorkshire); a mi costado derecho, el otro amigo, "Benito"; que es el canario de mi hija menor y que junto con los cuatro miembros de su familia, nos acompañan algunas semanas del verano… entre chupada y chupada… para animar a Benito, le silbo imitando el trino del canario, para ver si se anima a cantar… "es un mal tenor y apenas canta como las hembras"… no sé que hacer con él… al oírme, Aníbal gruñe y me mira, como animal y egoísta, no quiere "cariños compartidos y yo le pertenezco en exclusividad"… lo acaricio, se pone panza arriba y lo sigo acariciando… terminará sobre mí, tan pronto termine el puro y reclamará su sesión de "sobas y masajes" (quién fuera perro con buen amo); luego me seguirá fielmente y se acostará al lado de mi cama y su mullido lecho… "si bien entre la noche hace sus recorridos de vigilancia", pues lo oigo en sus paseos… es "un buen guardián y avisará a la primera anomalía que note".

            Me fijo en las plantas y flores que me rodean (son abundantes) y destaca esta noche, una maceta de una planta de begonias, que presenta unas flores rojas que me asombraron al verlas en el florista y por ello se la regalé, antesdeayer a mi esposa (era su santo: Ana) y con la sana intención de disfrutarlas conjuntamente y ver si prosperan y podemos conservar la planta y que prospere aquí… no lo creo, es de zonas más frías.

            Oigo el murmullo de la cercana fuente, que cantarina nos transmite con sus músicas, ese "algo" que sólo transmite en agua en ese tipo de caudales mínimos. Va consumiéndose el puro y mi mente, ya ha realizado "miles" de viajes, interiores y exteriores; todos en paz y concordia conmigo mismo; con mi yo, con el Universo que me rodea… y me dio la vida y el entendimiento que poseo; le doy gracias… no le pido nada más, soy conforme y esta conformidad entiendo es "la felicidad en este pobre mundo". Va pasando el tiempo y llega la hora de ir a la cama; recojo el cenicero y tiro las cenizas y la colilla del puro, en la poza, o tiesto, de cualquier planta, puesto que es abono natural y aprovechable; recojo el libro que siempre tengo a mano (ahora leo a León Uris, en su novela Gritos de Guerra y voy aprendiendo lo que es ser marine y de paso intuyo lo que me contará sobre la derrota del Imperio Nipón. ¿Cuántas guerras después y para qué?)… repaso los cierres de la verja y otros (hay muchos bandidos y ladrones sueltos por España) y a una llamada a Aníbal y cogiendo la jaula de Benito (mi esposa ya está dentro del chalé) por si lo quiere cazar uno de los montaraces gatos… todos a dormir, salvo yo que me mantendré leyendo hasta que "se me cierren los ojos".

            Han sido unas horas de paz y sosiego, que es el mensaje que el Sol deja cuando "se va a dormir"… luego al amanecer (algunas veces lo espero) vuelve el Sol, con ese otro mensaje de paz y esperanza… que algunos entendemos y nos atrevemos a interpretar y luego a transmitir, para que a alguno "le sirva para algo".

 

 

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

www.jaen.ciudad.org (allí más)

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